Entradas

CABALGANDO OLAS

Imagen
Las olas eran perfectas, solo faltaba esa que era mía. Monté en mi tabla esperando el momento indicado. Uno, dos, tres segundos… minutos. No llegaba la indicada, necesitaba retarme a mí mismo y ser mejor.   ¡Llegó!     La ola se acercaba inmensa y poderosa, me preparé para abordarla. La tensión y la adrenalina se volvieron uno conmigo, solo veía agua por todas partes. Yo era el dueño del mar.   Mis pies se aferraron a la tabla, mi cuerpo estaba en sincronía con el monstruo de agua, hacia los movimientos perfectos. Pero… Algo golpeo mi cabeza, la   oscuridad lo invadió todo. Antes de desvanecerme creí escuchar la risa de una mujer, algo tomó mi mano… después… ya no supe nada.       Desperté con un tremendo dolor de cabeza, salí de mi habitación, como siempre estaba solo. Mi madre trabajaba todo el día. ¿Mi padre? Nunca lo conocí.   Tomé dos aspirinas mientras intentaba recordar que fue lo que pasó las últimas horas. Camine hacía la cabaña que estaba en el patio trase

Gladiador

Imagen
    Gladiador.   El anfiteatro romano era enorme, yo era la atracción principal. ¡Qué asco! Camine lentamente al centro de la arena, el público me ovacionó con frenesí.   Mi cuerpo   sentía el pavor confabulado con la adrenalina y el valor por luchar por la vida. Era yo, o eran mis adversarios, apreté la espada y dirigí mi vista a la puerta donde saldría mi enemigo. Rival a fuerzas, por decisiones de   seres humanos, que se creían Dioses, pero, eran iguales a mí.     M real verdugo, sonreía con un ego maldito en el palco real. Voltee para saludar al emperador, Podría someterme a las pelas que él quisiera, pero jamás destruiría mi espíritu. Era él a quien yo debería de matar y no al esclavo, que al igual que yo, que estaba por salir.   El olor era inframundo, los gritos del público, me llenaron de recelo. Me instaban a pelear. ¡Claro, como ellos no sufrirían daño! La adrenalina seguía creciendo.   Aún tenía las cicatrices de mi última pelea, cicatrices no solo fí

La habitación de un hotel

Imagen
    Te miré, sonreí y cerré los ojos mientras te besaba.   Con tu cuerpo volé a donde nunca había imaginado. De tus labios bebí lo que jamás imaginé, a tu lado no era necesario nada: Solo tu cuerpo desnudo, nuestra cama, y un desfile sin cesar de caricias acompañadas de besos. Desde la cabeza, hasta cada parte de nuestro ser. Estoy segura que hasta nuestra alma tocamos ¿Cuántas veces? Ya perdí la cuenta.   Pero llevábamos de novios, poco más de doce meses.   Pero, la última vez que te vi fue hace   dos años. A veces me arrepiento de lo que hice, otras veces, estoy   segura que hice lo correcto. Estoy sola, nunca salí con nadie más. Alberto, uno de tus amigos, me dijo, que a ti te pasa lo mismo.   Estoy de nuevo en esta habitación que rentaste por unas horas.   Los rayos del sol se alejan, para dar la bienvenida   a la noche. Abajo, en el estacionamiento, me espera mi motocicleta, Una Harley-Davidson, de un modelo viejo, pero que funciona muy bien. Antes fue tuya. Recuer

Cuestión de mundos

Imagen
  “Y pensar que un día me llamaron Dios” Una bola de fuego cayó sobre la inmensa biblioteca, tres más, sobre la metrópoli. El incendió era arrasador, en poco tiempo todo sería destruido. Un hombre alto, casi gigantesco, musculoso, de cabello dorado y largo, se paseaba por las calles de la ciudad, cargaba un extraño martillo. Todos los edificios sucumbían bajo las llamas, principalmente el guardián de la sabiduría. Ese lugar, donde,  no se buscaba otra cosa, más que el saber, estaba a punto de desaparecer. Hordas de gente corrían por todas partes. Unos intentando huir, otros intentando rescatar la construcción tan amada. El sujeto de piel blanca, contemplaba la escena, de la misma manera que lo haría con una puesta del sol. Levantó la mano, apuntando con su martillo un lugar que aún no era alcanzado por llamas. ¾   Un proyectil más ¿Realmente quieres que todos mueran?—se escuchó una voz dulce a sus espaldas, era de una mujer de piel apiñonada y un cuerpo hermoso. Sus o

Una noche, cuatro noches.

Imagen
(Relato Sexual) Samanta me miró y bajó la mirada. Levanté su barbilla para que me mirara. Estaba nerviosa, estática. Parecía temer,  hacer cualquier movimiento, pero… No era momento para la duda. Su vestido rojo de seda, se acomodaba en su cuerpo apiñonado, pareciendo una segunda piel. Dejando a la vista sus hombros perfectos, desnudos, como lo estaría pronto, el resto de su cuerpo. Conversábamos, bebíamos, y contemplábamos el mar desde la terraza privada de mi habitación. Hubo un beso furtivo, luego uno más intenso, dos, y mis ganas de llegar más allá, eran cada vez más grandes El ruido de las olas golpeando la arena, jugaban con mis ganas, con mis deseos de acostarme con ella, pero no solo era eso lo que quería. Cinco horas atrás, arribé a ese hermoso puesto turístico, aunque el motivo principal era por negocios, en donde nada tenía, ella que ver. En ese momento lo que realmente importaba era estar con ella. Sus labios eran carnosos y muy apetecibles. Después de un par d

Estudiante de intercambio.

Imagen
(Relato erótico) Si no eres mayor de edad no lo leas. Querida Josefina: Te he mandado muchas cartas, pero ninguna como esta. Quiero decirte lo especial que eres para mí. No, no es como amigos, tampoco como mi consejera sentimental, o como mi colega. Es… bueno… mejor escúchame: Hace casi una hora que dejaste la habitación de mi departamento. Escogiste la oscuridad y el horario nocturno para jugar conmigo, para hacerme sentir de nuevo, un estudiante de universidad. Ver tu cuerpo a través de las sombras nunca me ha gustado. Pero tú propusiste el juego. Traté de adivinar tu silueta, acariciándola y besándola a través de lo que, la escasa luz me permite ver. Mis manos me guían, tu piel aun es tersa, hermosa, morena. Mi boca recorría tu piel húmeda, invitándome a ese lugar oscuro, profundo, prohibido. Cada caricia me hacía sentir como un adolescente.  Como nuestra primera vez. Sí, cuando tenía 21 años, y solo me hacía falta un semestre para terminar la universidad

Si yo fuera Humana. Capitulo IV: Una noche difícil

Imagen
La soledad era dura, Yadira miró su daga, era muy hermosa, pero terriblemente peligrosa. La guardó entre sus ropas, montó de nuevo en su motocicleta, subió la velocidad al máximo. Recorrió gran parte de la ciudad.  dio la vuelta en un callejón, y golpeó unos botes de basura. Odiaba su vida o lo que sea que fuere en ese momento. No era humana, no era vampira. Se sentía simplemente el juguete de Perla Negra. Deambuló por la ciudad de un lado a otro. Trataba de no pensar en Verónica. Fuere lo que fuere, ella murió hace diez años, no tenía ningún interés de estar con ella. por más que trataba no la podía sacar de sus pensamientos. Llegó a su departamento cuando los rayos del sol comenzaban a salir. al principio intentó taparse, la costumbre pesaba mucho en ella. Se cruzó con su novia, cuando esta, salía del departamento, evadió su abrazó y respondió con un escueto saludo. —¿Qué te pasa? Desde ayer me rehúyes ¿Acaso hay otra persona? “Estás muerta” fue lo que quiso responder la “